El paso de Nadal
por el Wimbledon 2013 ha sido el más fugaz de su carrera profesional en
un torneo del Grand Slam. El tenista manacorí nunca había caído en la primera
ronda de un 'grande', pero este lunes sucumbió de forma considerable (7-6 7-6
6-4) ante el desconocido belga Steve Darcis, número 135 del mundo.
Para adivinar las
posibles causas de la derrota tenemos que echar la vista atrás justo hace un
año, cuando perdió en las pistas del All
England Tennis Club ante Lukas Rosol, aquella vez en segunda ronda. A
partir de entonces, 7 meses de inactividad por la lesión de su rodilla izquierda,
un regreso fulgurante lleno de éxitos, con siete títulos (incluido Roland
Garros), y el regreso a la hierba británica, sin haber pisado el césped
anteriormente, sin acomodo al terreno.
Nadal comenzó el
partido con muchas dudas, con mucho temor. Asimismo, Darcis supo traer a la
mente de Nadal todos los fantasmas del pasado (dolor, Rosol, hierba, lesión,
rodilla, miedo…) con el slice, su gran golpe cortado que, sobre el pasto
londinense, se resbalaba provocando que el tenista español tuviera que
desplazarse de un lado a otro y tener que flexionar al máximo para poder pegar
a la bola con garantías.
Ni los
movimientos ni los golpes salieron como se esperaba, y la mentalidad de Rafa,
tantas veces ganadora, fue incapaz de resolver ni muchos puntos fáciles
–cometió 24 errores no forzados- ni algunos puntos decisivos, que hubieran
significado una inflexión en el partido -dejó escapar un servicio que hubiera
significado el empate en el marcador con 6-5 en el segundo set, y después una
bola de set en el tiebreak de la misma manga-.
Ante estas
circunstancias, Darcis fue creciéndose, jugando un gran tenis, y creyendo en
sus posibilidades de victoria ante el doble campeón en Wimbledon, que era
incapaz de adaptarse a la superficie. Nadal, cada juego que pasaba, daba más
síntomas de angustia y en algunos momentos a muchos se nos pasó por la cabeza
que podría abandonar el partido, lesionado, otra vez de su rodilla, pues llegó a algunas bolas completamente cojo. Casi
tres horas de sufrimiento después, salía derrotado sin, prácticamente, haber
opuesto resistencia.
“No quiero hablar de mi rodilla”
Ya fuera de las
pistas, Nadal volvió a demostrar lo gran campeón que es al no buscar explicaciones
más allá de su juego para su derrota. "No quiero hablar de mi rodilla,
sólo felicitar a Darcis, que jugó un partido fantástico. Todo lo que podría
decir son excusas. Hice todo lo que pude, pero no fue posible”
Pero sus
declaraciones no conseguían convencer a los periodistas, incapaces de creer que
Nadal no haya acusado su físico para caer derrotado ante el 135 del mundo. “No
he tenido mi fuerza habitual para revertir el partido. No tengo ninguna lesión
que revelar. No tengo nada que no tuviera antes. Di el 100% de lo que
tenía", insistió.
"Es difícil
adaptarse a la hierba cuando no puedes prepararte antes. No pude encontrar mi
ritmo, pero creo que me voy a recuperar y voy a estar listo para el próximo
torneo. La hierba es muy difícil porque tienes que jugar más bajo que en el
resto de las superficies", trataba de explicar el mallorquín.
Grande dentro y fuera de la pista, hoy más fuera que dentro,
pero no consiguió disipar las dudas. Las especulaciones sobre el estado de su
rodilla están servidas y se desvelarán en las próximas fechas. Esperamos que
con un resultado positivo.
Siempre la excusa de la rodilla. Si no le dolía en Roland Garros, ahora que no le sirva de excusa en Wimbledon
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