Wimbledon
es, por excelencia, un torneo de tradiciones. Los jugadores juegan de
blanco impoluto, tanto es así, que incluso se les podría sancionar
si no cumplieran la norma a rajatabla. Los árbitros visten ropa
tradicional, perfectamente diseñada, a juego con el resto del
escenario. El césped de las pistas está a la altura idónea el
primer día de torneo; los asistentes circulan con corrección por el
interior de las instalaciones, sin prisas, en orden. La limpieza es
sello de distinción.
En principio, nada se sale del guion. Sólo se juega un domingo, el segundo del torneo, reservado para la final masculina. El primero, el Middle Sunday es un día de descanso. Sólo se ha utilizado 3 veces en la historia (1991, 1997 y 2004) cuando la lluvia retrasó sobremanera el torneo. Pero muchas veces, ni con retraso, se ha optado por dar luz verde a la utilización de esta jornada de asueto.
Tras el Middle Sunday, llega el Manic Monday, donde se acumulan los octavos de final tanto en categoría masculina como femenina: 16 partidos individuales en 24 horas de una intensidad tremenda. Y, si las circunstancias se dan como deben, 16 grandísimos encuentros donde los favoritos ya van encontrando rivales de nivel. Este año, en cambio, los buenos duelos destacaron por su ausencia (excepto, quizá, el Djokovic-Haas o el Williams-Lisicki).
Lesiones, caídas, retiradas, eliminaciones prematuras están convirtiendo esta edición de Wimbledon en un calvario para los organizadores, que tratan de vender como pueden algo que no existe. Si bien en el cuadro masculino queda algo digno por ver -han salvado los muebles Djokovic y Murray, que jugarían una hipotética final-, en el lado de las mujeres ha quedado un maltrecho y lamentable cruce de cuartos de final.
Ya tuvimos este año un Dark Wednesday, y ahora del Manic Monday hemos pasamos al Boring Tuesday: Lisicki-Kanepi, Radwanska-Li, Stephens-Bartoli, y Kvitova-Flipkens. En un país donde las apuestas están a la orden del día, si alguien hubiera optado por estos nombres al principio del torneo se hubiera hecho multimillonario. La eliminación ayer de Serena Williams ante la alemana fue el colofón de un cúmulo de despropósitos, que se inició con la derrota de Sharapova y la retirada de Azarenka.
Sólo nos queda esperar que las sorprendentes jugadoras que han alcanzado este Boring Tuesday den un dichoso espectáculo a los contrariados aficionados que acudan al All England Lawn Tennis and Croquet Club a “disfrutar” de dichos partidos. Este torneo nunca está exento de sorpresas, unas veces positivas, otras no tanto. Ya se sabe, “this is Wimbledon”
En principio, nada se sale del guion. Sólo se juega un domingo, el segundo del torneo, reservado para la final masculina. El primero, el Middle Sunday es un día de descanso. Sólo se ha utilizado 3 veces en la historia (1991, 1997 y 2004) cuando la lluvia retrasó sobremanera el torneo. Pero muchas veces, ni con retraso, se ha optado por dar luz verde a la utilización de esta jornada de asueto.
Tras el Middle Sunday, llega el Manic Monday, donde se acumulan los octavos de final tanto en categoría masculina como femenina: 16 partidos individuales en 24 horas de una intensidad tremenda. Y, si las circunstancias se dan como deben, 16 grandísimos encuentros donde los favoritos ya van encontrando rivales de nivel. Este año, en cambio, los buenos duelos destacaron por su ausencia (excepto, quizá, el Djokovic-Haas o el Williams-Lisicki).
Lesiones, caídas, retiradas, eliminaciones prematuras están convirtiendo esta edición de Wimbledon en un calvario para los organizadores, que tratan de vender como pueden algo que no existe. Si bien en el cuadro masculino queda algo digno por ver -han salvado los muebles Djokovic y Murray, que jugarían una hipotética final-, en el lado de las mujeres ha quedado un maltrecho y lamentable cruce de cuartos de final.
Ya tuvimos este año un Dark Wednesday, y ahora del Manic Monday hemos pasamos al Boring Tuesday: Lisicki-Kanepi, Radwanska-Li, Stephens-Bartoli, y Kvitova-Flipkens. En un país donde las apuestas están a la orden del día, si alguien hubiera optado por estos nombres al principio del torneo se hubiera hecho multimillonario. La eliminación ayer de Serena Williams ante la alemana fue el colofón de un cúmulo de despropósitos, que se inició con la derrota de Sharapova y la retirada de Azarenka.
Sólo nos queda esperar que las sorprendentes jugadoras que han alcanzado este Boring Tuesday den un dichoso espectáculo a los contrariados aficionados que acudan al All England Lawn Tennis and Croquet Club a “disfrutar” de dichos partidos. Este torneo nunca está exento de sorpresas, unas veces positivas, otras no tanto. Ya se sabe, “this is Wimbledon”
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