Rafa Nadal por fin volvió a llegar a la cima del tenis. La
escalada hasta el punto más alto de la montaña se ha desarrollado de forma meteórica, de las más rápidas que se recuerda en los anales del tenis mundial. En
solo 7 meses, el tenista español ha sido capaz de cosechar 10 títulos, perder
dos finales, y tener pendiente de juego una más en Beijing, contra Djokovic, duelo estelar donde los haya. Esta nueva final, a su vez, es
la que ha significado su clímax en este 2013, la que le ha aportado los puntos necesarios y definitivos para arrebatar el cetro del tenis al tenista serbio.
Nada hacía prever un fulgurante ascenso como el vivido por
el mallorquín, con más motivo si nos fijamos de dónde partía, con 8 meses de
inactividad por lesión (desde Wimbledon de 2012). Además, hay que sumarle que,
a principios de esta temporada, Nadal no pudo jugar el Australian Open por no
encontrarse todavía completamente recuperado. Pero a partir de ahí, el éxito
fue siempre de la mano de la raqueta de Manacor.
El tour de Nadal ha contado con 2 puertos de categoría
especial (Roland Garros y US Open) y 5 de primera (Indian Wells, Madrid, Roma,
Canadá y Montecarlo). Solo falló en dos etapas importantes, en la final de Roma
ante Djokovic, y en la primera ronda de Wimbledon ante Steve Darcis.
Ahora, la
meta volante de Pequín le ha alzado de nuevo hasta el primer puesto de la
clasificación, que con facilidad dominará hasta final de año, aunque Nadal,
siempre cauto, todavía no quiere echar las campanas al vuelo.
"Será una gran temporada si soy capaz de acabarla el número uno. Por eso estoy seguro de que tengo que ganar más partidos para conseguirlo. Ser el mejor del año es lo que realmente me motiva"
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